Pero cuando pensé que todo volvía a la calma, cuando sonreír no era una obligación sino un acto espontáneo, de nuevo me vi sacudida por un evento inesperado, como en las películas, una llamada telefónica anunció que mi vida no iba a ser igual. La llamada la hizo Alberto, mi gran amigo, me dijo que era muy importante lo que debía decirme y que debía tratar de mantener la calma, que para el era muy difícil hacer esta llamada, pero yo era de las muy pocas personas en las que confiaba; yo no sabía que esperar, porque tanta introducción?, que me tenía que decir que fuese tan grave?
Su madre Ana, estaba enferma, había sido diagnosticada con el Síndrome de Inmuno deficiencia Adquirida o SIDA como se conoce comúnmente. Antes de que pudiera hacer cualquier pregunta, antes de que pudiera si quiera reaccionar o procesar tal evento, me confesó que su padre había fallecido de la misma enfermedad y no de cancer como creían todos.Y que para su sorpresa y la de sus hermanos Diego y Daniel, su padre vivía una doble vida que lo llevo a contagiarse de ese virus mortal.
No sabia que decir, comencé a llorar sin entender como algo así le estaba pasando a una familia que no le hacía daño a nadie, que ayudaba a todo el mundo. Cuestioné a ese Dios del que tanto habla mi mamá, como puede permitir algo tan terrible, no se supone que El todo lo puede, porque dejó que esto pasara, no es justo!
Alberto continuo hablando, y explicando la inmensa responsabilidad que le tocaba asumir de ahora en adelante por el ser el mayor, me confesó sentirse perdido y más confundido que nunca, y aún peor, me habló de la soledad en la que se encontraba, del no querer ver a nadie por miedo a tener que enfrentar lo que pasaba y decirle al mundo que la muerte de su mamá era inminente, pero que además sería a causa de una enfermedad que abre las puertas para que todo aquel que así lo desee, emita juicios y opiniones, el temor al rechazo lo agobiaba constantemente. De inmediato lo interrumpí, y le dije: NO ESTAS SOLO! de ahora en adelante no volverás a estar sólo, me tienes a mi (como si era mucho lo que yo podía hacer, al fin y al cabo quien era yo).
Me pidió que lo acompañara ese fin de semana a su casa de la playa, debía supervisar la construcción del hotel y prefería que su mamá descansara lo más posible, ni siquiera lo pensé, de inmediato hicimos arreglos para vernos al día siguiente cerca de su casa (recuerden que Alberto se mudó y ahora vive a mas de una hora de camino), y de allí nos iríamos juntos a la playa.
Cuando colgué el teléfono, me quedé pensando...algo dentro de mi, me decía que debía estar preparada para lo que venía y que debía ser un apoyo incondicional para mi viejo amigo.
En un abrir y cerrar de ojos, mi vida comenzó a tener un propósito distinto.