Playa Grande, Estado Aragua, Venezuela; para ser más específica. Un sitio hermoso, que me cautivó desde la llegada. Alberto y yo salimos el viernes un poco tarde pero logramos llegar, debo confesar que el camino es peligroso al atravesar el Parque Nacional Henri Pittier, pero el premio llega al final, cuando entras en este pueblo colonial llamado Choroní (Puerto Colombia), su gente, sus ríos, sus playas, su comida, todo tiene un sabor distinto, sabor a verdad, sabor auténtico, donde nadie se preocupa por la ropa que usa, o cuanto dinero tienen en la cuenta del banco, la gente solo quiere disfrutar del sol y de la hermosa playa.
Esta es, Playa Grande...
LLegamos a la casa de Alberto y la construcción marcha de acuerdo a lo previsto, Alberto se preocupa por la cantidad de dinero invertido en este proyecto, y el hecho de que su mamá ya no está trabajando, ellos tienes propiedades, seguros de vida y otros ahorros, pero eso no dura para siempre. Alberto está decidido a dejar la Universidad y buscarse un empleo de tiempo completo y los fines de semana viajar a la playa y asegurar que todo marche bien, el plan de Ana, su madre, es que este pequeño hotel les genere ingresos por algunos años. Y allí estaba yo, sentada junto a el, escuchándole sin saber que decir, yo que le prometí que no iba a estar sólo y en mi primera misión, fallaba por completo, estaba sin palabras. Le dije, vamos a dar una vuelta y tomarnos algo, quiero conocer el pueblo.
Esta es una de las calles de Choroní, un pueblo que sin saberlo, en sólo minutos me robó el corazón...
A la mañana siguiente, el sol brillaba como recordándonos que teníamos mucho porque sonreír y luchar, los pájaros cantaban más fuerte que nunca, nos fuimos a la playa y conocí a un montón de gente, todos amigos de Alberto, el siempre ha tenido esa casa en la playa, así que lo conoce el pueblo entero, pero algo pasó que hizo ese momento único, Alberto no me presentaba como su amiga de la infancia, me presentaba como su hermana. Yo no los voy a engañar, si nos vieran juntos (y muy pronto lo harán) se darían cuenta de inmediato que no somos hermanos de sangre, al igual que la gente que conoce a su familia sabe que el es el mayor y que no hay una hermana perdida en la familia. Pero a partir de ese momento esa fue nuestra historia, y nadie nos iba a decir lo contrario.
Fue un fin de semana maravilloso, conocí un sitio que me cautivó y pasé de tener un amigo, a tener un hermano.