El amor todo lo puede y todo lo soporta, esta historia es prueba de ello, mis tres hermanos y yo hemos pasado mil cosas juntos y a pesar del tiempo y la distancia nuestra relacion sigue intacta. Cuando pierdo la fé en el mundo y en las personas, pienso en cada uno de ellos y de inmediato recuerdo que vale la pena querer y confiar....



Monday, July 12, 2010

La última vez que vi a la mamá de Alberto (sin número)

Alguien me puede explicar por qué la vida es a veces tan injusta?
Me siento triste, indignada y frustrada ya hasta perdí la cuenta de las veces que he escrito...

Ayer, después de mucho tiempo vi a Ana, la mamá de Alberto, y mi corazón aún no logra reponerse de ver como esta horrible enfermedad ha ido avanzando y tomando control de su cuerpo, al mismo tiempo, Ana se resiste a darle control de su espíritu y su corazón.

Yo quiero que ustedes sepan que mi amistad con Alberto, David y Daniel no comenzó por casualidad, de hecho, somos la tercera generación de esta relación entre dos familias, a quienes llamaremos los Gómez y los, bueno los Gutiérrez (ese es mi apellido materno). Mi abuela por parte de mi mama fue durante muchos años gran amiga y vecina de la abuela de Alberto, nuestras mamás crecieron juntas, nuestras tías también, mi mamá me cuenta que jugaba con Ana y sus hermanas cuando eran pequeñas, ellas crecieron y su amistad se mantuvo, el tiempo la fortaleció.
Mi memoria está repleta de recuerdos de la familia Gómez. Cumpleaños, navidades, celebraciones de año nuevo, los Gómez son como una extensión de nuestra familia. Nos une un afecto muy profundo, y en honor a tantos años de amistad, Alberto, sus hermanos y yo nos graduamos a otro nivel, el de hermanos.

Ana, la mamá de Alberto, es de esas personas que cuando entra a algún sitio, lo llena de vida, de luz. Es una mujer fuerte, profesional, trabajadora, inteligente y dedicada a su familia, pero por sobre todas las cosas Ana es una mujer alegre, siempre con esa sonrisa contagiosa, siempre llena de energía, siempre lista para enfrentar lo que sea. Ana siempre me hace reír, lo ha hecho toda la vida, desde niños nos jugaba bromas a Alberto y a mí, decía que pasábamos tanto tiempo juntos que seguro terminaríamos siendo novios, cosa que ha sido, es y seguirá siendo imposible porque nuestro amor no es de ese tipo, yo soy la hermana que el no tiene y el es el hermano que yo no tengo, sólo la idea de que pase algo más entre nosotros, nos revuelve el estomago a los dos.

Pero ayer me encontré con una Ana diferente, su espíritu sigue intacto, pero esta vez, atrapado en un cuerpo cansado, es difícil reconocerla, pero aún más difícil es contener las lagrimas que me sobrevienen al verla por primera vez, estoy llena de tristeza, y me cuesta trabajo entender porque está pasando esto, no puedo ni siquiera imaginarme como se siente toda la familia de Ana, en especial mis hermanos y las hermanas de ella. Me senté a su lado, me felicitó por haberme graduado de la Universidad, me sonrió, hablamos un poco de Playa Grande - ella adora ese pueblo, sus ojos adquieren un brillo especial cuando lo menciona, Ana no se levanta de donde está, me toma de la mano y me sonríe de nuevo, yo no estaba preparada para lo que iba a pasar después, tomando mi mano, me dio las gracias por el apoyo que le he dado a sus hijos, y luego me dijo unas palabras que quedaran para siempre grabadas en mi memoria, y que de sólo recordarlas, comienzo a llorar sin hallar consuelo. Me dijo: "Te pido por favor que no los dejes solos, ellos te quieren y te necesitan, en especial Alberto". Con la voz entrecortada y fingiendo ser fuerte le contesté: "Jamás lo voy a dejar solos, te lo prometo Ana". Nos dimos un abrazo fuerte como sello de esa promesa y como si ambas supiéramos que sería la última vez que nos veríamos.
No puedo dejar de pensar en la familia de Ana, en el futuro que les espera, en el dolor que aunque ya está presente va a alcanzar niveles inimaginables, su madre, sus hermanas y hermanos, sobrinas, sobrinos, tantas personas que sufrirán o mejor dicho, sufriremos por su partida. Ana es una mujer querida y respetada por todos, quedará para siempre en el corazón de todos aquellos que hemos tenido el privilegio de disfrutar de su compañía, y en mi mente quedarán su sonrisa y esa promesa que le hice y que espero poder cumplir.
No he podido parar de llorar mientras escribo estas lineas, son lagrimas de dolor por el sufrimiento de aquellos a quienes quiero, de frustración al no poder entender por qué pasan estas cosas, pero sobre todo de impotencia, porque es muy poco lo que yo puedo hacer.
Sin embargo, sigo aquí, consiente de que no tengo respuestas ni soluciones para los problemas de nadie, ni siquiera para los míos, reconociendo que tengo muchas faltas y errores, que a veces me encuentro perdida y caminando sin rumbo, pero tratando, tratando con el corazón de salir adelante y darle una mano a aquellos a quienes quiero. Tratando de quererlos cada día más. Sigo viviendo.