Me alegra saber que hay personas que permanecerán conmigo para siempre, me tranquiliza saber que no son como esos cariños que vienen de golpe, y desaparecen al poco tiempo, se pierde el encanto y se desgastan. Mis hermanos son de esos que van a durar para siempre, y ahora mismo, no puedo evitar pensar en el futuro que les espera, como ayudarlos, como consolarlos, como estar allí, quererlos sin abrumarlos, apoyarlos sin decirles que hacer, no nos engañemos, están próximos a vivir una de las pérdidas más grandes que un ser humano puede sobrellevar, y que se supone que yo haga, como le dices a alguien que la vida continua, que deben seguir adelante, que falta mucho camino por recorrer, que Dios sigue allí, que no los ha abandonado, que las cosas se van a mejorar, y con el tiempo el dolor será menor. Voy a hacer mi mayor esfuerzo para ser un apoyo y no una carga, para guiar y no confundir, pero es muy probable que en el camino, los decepcione y falle.
Hace unos días alguien me dijo "En esta vida todo el mundo te va a decepcionar, de una forma u otra, hasta Dios", yo no podía creer que alguien pudiese pensar así, pero después de meditar sobre esas palabras por algunas horas, me di cuenta de que es cierto, en la vida no siempre vamos a obtener lo que queremos, lo que merecemos o creemos merecer, nunca nadie va a llenar nuestras expectativas, y más aún cuando hay sentimientos de por medio, pero quiero pensar que todos estamos haciendo lo mejor que podemos, nuestro mayor esfuerzo y que eso cuenta para algo. Y que cuando Dios nos decepciona, esa decepción no es un reflejo de El, sino de nuestra incapacidad de entender su propósito en nuestras vidas.
En medio de tantas renuncias yo quiero seguir tratando, quiero hacer mi mayor esfuerzo, aunque decepcione a muchos, a los que más me quieren y a los que no tanto, incluso a Dios.
La renuncia. Andres Eloy Blanco (poeta Venezolano)
He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos brios
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...
He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos brios
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.
He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...
He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!
Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...