Mi nombre es Mary Anna y le temo a la muerte.
Por más que trato de entender la muerte y trato de enfrentarla y verla como la Biblia me dice que debo verla, la verdad es que no puedo, no puedo ni hablar del tema sin que se me congelen los huesos y se me forme un nudo en la garganta tan grande que ni la palabra más simple podría encontrar su camino.
No soy valiente, soy una cobarde de corazón, y la sola idea de perder a un ser querido me aterra y paraliza. Es un miedo irracional y sin fundamento, porque a final de cuentas la muerte es inevitable, nadie es eterno, es nuestro destino. Algunos tarde otros no tanto.
Pero esta noche, cuando acabo de enterarme que alguien a quien aprecio, respeto pero por sobre todas las cosas le agradezco tanto, ha fallecido, me siento más débil que nunca. Se fue sin aviso, sin tiempo para prepararse, para agarrar fuerzas, sin nada. Se fue, ya no está.
Y esa pérdida ha despertado en mi, todos los miedos, las pesadillas que la muerte representa para mi. Se que Dios tiene un plan, que su plan es perfecto, que está conmigo y jamás me abandonará, pero por alguna razón cuando se trata de la muerte, solo veo los hechos, la Fe no me alcanza para procesarla. Me siento débil, vulnerable y expuesta.
Lo único que me da un poco de paz es saber que la última vez que nos vimos, lo abrace y le di las gracias por todo lo que hizo por mi y por haber cambiado mi vida con su sabiduría. El me sonrió y con su dulce voz me dijo: Pórtate bien Mary Anna.
A partir de hoy ya no importa lo que diga sobre el, o incluso lo mucho que lo recuerde o piense. Lo único que importa es como trate a los que siguen aquí. La vida se va en un respiro, es el momento, es cuantas veces dices te quiero, cuantas veces sonríes, cuantas veces te sacrificas por ayudar a los demás, cuantas veces dices gracias y cuantas veces abrazas al que lo necesita.
Jim me enseño la importancia de ser "humano", de expresar mis sentimientos y defender mis principios, no importa el precio que tenga que pagar, pero sobre todo me enseño a nunca esperar el momento perfecto, porque ese nunca llega. El momento es ahora.
Dear Jim,
You were more than a therapist, you were a friend and a father figure. I will forever be grateful for everything you did for me. You changed my life, and we will see each other again someday.
Mary Anna
Friday, September 21, 2012
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
Bien escrito.
ReplyDeleteBien hecho.
Buen hombre.
Que descanse en paz.
Conmovedor y tremendamente bien expresado. Te sorprendería saber cuantos se identifican con tu confesión.Diría el salmista, "somos sombra que pasa".
ReplyDeleteSiempre un gusto leerte.